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Luego de años de guerra y violencia hoy por fin podemos decir que Colombia ha comenzado a transitar un camino (nada fácil) hacia la reconciliación y la paz. Sin embargo, esta nueva etapa de post conflicto debe venir marcada por la minimización de las brechas de desigualdad, la inclusión social y laboral y también por un fuerte pensamiento que nos lleve a reconsiderar formas de relacionarnos con los otros, que hemos ido olvidando a través del transcurso de los años  como es la solidaridad y el cooperativismo.

Humberto Serna y Mario Rodríguez en su artículo “El sector solidario como alternativa para el desarrollo social e inclusivo en el post conflicto colombiano” publicado en la revista Cooperativismo y Desarrollo (Vol. 24, N° 107, julio – diciembre 2015), se refiere a los problemas de la sociedad  colombiana (citando a Martínez, 2008), como “el bajo nivel de solidaridad, la falta de asociatividad y el individualismo a ultranza que rompe los lazos sociales y debilita las potencialidades para convivir y producir colectivamente. Según este analista, es frecuente que muchas de las iniciativas de asociación se rompan por no saber conciliar los intereses y conflictos, y no fortalecer los lazos de confianza y solidaridad. Bajo este contexto, es indispensable que desde el Gobierno Nacional se creen políticas públicas y se ejecuten estrategias para fomentar la cultura corporativa y la solidaridad en Colombia”.

En el marco de este escenario se hace entonces importante y necesario reflexionar y buscar nuevas formas de relacionarnos con nosotros mismos y con nuestro entorno de manera de poder transitar por una etapa del post conflicto que nos invite a trabajar en aspectos tan necesarios como la solidaridad, la asociatividad y en volver a reconstruir los lazos sociales de una sociedad que se encuentra totalmente polarizada por un conflicto y una guerra que lleva más de 50 años y que ha cobrado la vida de un sin número de víctimas que hace difícil perdonar y creer.

La Economía Social y Solidaria  puede llegar a ser una buena estrategia para comenzar a cambiar el pensamiento individualista por uno más solidario donde aspectos como la confianza y aprender a cooperar sean elementos valiosos e importantes para reconstruir está sociedad y enseñarle una nueva forma de relacionarse con su entorno  y el perdón.

En Colombia el término de Economía Social y Solidaria se conoce como el sector conformado por las Cooperativas, los Fondos de Empleados, Asociaciones Mutuales y las Organizaciones Solidarias de Desarrollo (Asociaciones, Corporaciones, Fundaciones y Voluntariado). Serna y Rodríguez (2015) aseguran que, “la solidaridad, la ayuda mutua, la integración y la organización colectiva adquieren vital importancia, ya que esta, puede ser la solución para el desarrollo social y comunitario; a su vez, una herramienta de transformación social y de justicia. Bajo esta perspectiva, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 2012, como el Año Internacional de las Cooperativas, destacando con ello, la contribución que hacen esas entidades al desarrollo de la economía y de la sociedad, especialmente, su impacto en la reducción de la pobreza, la creación de empleo y la integración. Considerando también, que «Las empresas cooperativas ayudan a construir un mundo mejor»”.

La manera en que se estructuran las distintas organizaciones de la Economía Social y Solidaria, sus valores, su filosofía, su misión y visión  nos habla de un contexto y un ambiente donde la confianza es un aspecto muy importante;  pues al asociarse con un grupo de personas para lograr satisfacer necesidades y mejorar la calidad de vida, se está generando un vínculo muy fuerte con un grupo de personas en los que se hace necesario confiar. De esta forma la confianza se transforma en un aspecto sumamente necesario para ser: solidarios, realizar acciones cooperativista y comenzar a dimensionar una nueva sociedad donde las organizaciones de la Economía Social y Solidaria se toman distintos escenarios del país para poder acabar con la brecha de desigualdad, la pobreza y  la violencia.