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Una de las inquietudes que se tiene sobre el sector solidario es, la invisibilidad en la que se encuentra  y  que se manifiesta en que para la sociedad colombiana  la existencia de las entidades del sector pasa desapercibida en cuanto a las actividades que realiza, los beneficios que genera para sus asociados y para la comunidad.  Esta es una situación que nos viene preocupando desde comienzos del presente siglo.

Considero que esta invisibilidad obedece a diferentes posiciones; de una parte es producto de la ignorancia, el desconocimiento o el desprecio que tienen los funcionarios públicos de los diferentes niveles, sobre lo que significa y propone la economía solidaria, situación que también se encuentra  y comparten los diferentes sujetos y actores sociales que conforman las entidades del sector privado y de la sociedad civil.

Ignorancia que es producto del analfabetismo que existe sobre la propuesta que contiene la economía solidaria y el desinterés en informarse sobre este aspecto. Desconocimiento que significa que, a pesar de saber de su existencia y resultados, no se le tiene en cuenta porque prima el interés individual por encima del interés general. Y desprecio, porque se considera que la economía solidaria es una cuestión que solo es de interés para los pobres o marginados de la sociedad.

Otra posición, que es la que nos genera la mayor preocupación, proviene del mismo sector y, se puede decir, que es una invisibilidad deseada, esto es, que al sector le interesa ser invisible frente a la sociedad, el estado y el sector privado. Y lo grave de esta situación es que la impulsan algunos líderes dentro del sector. Este fenómeno se complementa con la apatía que tienen los asociados y empleados de las diferentes entidades de la economía solidaria por comprender el doble papel que deben cumplir como dueños y usuarios, así como de las ventajas que tiene esta propuesta y ello, a pesar de la existencia de un principio que impulsa la educación sobre el modelo y de la disponibilidad de los recursos monetarios para llevarla a cabo. ¿Por qué esta situación?,  ¿A quién le interesa que “seamos invisibles”?, ¿ Que ventajas genera esta invisibilidad ?

¿Será que le conviene a aquellos sujetos que conforman lo que se ha denominado como “la gerencia de la pereza”, y que consiste en desarrollar al mínimo el potencial de ventajas y beneficios  que plantea la economía solidaria y cooperativa y que pasan años y años poniendo trabas a todas aquellos que pretendan sacar el máximo de provecho a esta propuesta y por lo tanto no están interesados en que la sociedad y el estado les exijan que desarrollen ese potencial?

¿O provienen de los interesados en “pasar agachados” porque esta invisibilidad conviene a su interés individual y al aprovechamiento que hacen de una acción colectiva  para su provecho personal?

¿Qué beneficio se ha conseguido con ser invisibles y no protestar por el ataque despiadado al cooperativismo de trabajo asociado, por ejemplo, ataque fundado en la ignorancia y el desconocimiento de lo que son las cooperativas de este tipo y la economía solidaria? , ¿O producto de intereses personales orientados a confundir a la sociedad en general y al estado y al sector  privado en particular en cuanto a lo que significa la propuesta cooperativa y solidaria ¿

Son preguntas que quedan en el aire y sin respuesta, si no damos pronto  inicio a un sano proceso de estudio y análisis que nos permita conocer las causas de esta situación  de invisibilidad que tanto daño le causa al sector. También se necesita con urgencia un instrumento que permita medir el impacto que la economía solidaria y cooperativa ha generado entre sus asociados y la comunidad[1]

[1] Ricardo Dávila Ladrón de Guevara, profesor Emérito Pontificia Universidad Javeriana y consultor en Economía solidaria y cooperativismo. rdldg23@gmail.com y rdldg48@hotmail.com

 

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