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Ricardo Dávila Ladrón de Guevara[1]
Hoy en día el sistema de economía solidaria del país enfrenta un dilema que ya enfrentó el cooperativismo en el pasado, como lo planteó el maestro Antonio García[2] a mediados del siglo pasado. Para él, el cooperativismo se movía entre dos corrientes de pensamiento:
“Una corriente de pensamiento eminentemente pragmática que define al cooperativismo como un elemento de complementación e intermediación de la economía privada, como un mecanismo de atenuación o bloqueamiento de los conflictos sociales (detenedor de la presión social como por esta misma época denunciaba otro pensador colombiano, el sociólogo Fals Borda) o como instrumento de modernización del sistema capitalista de mercado… La segunda corriente nace en AL concibe el desarrollo como un proceso de transformaciones globales (sociales, económicas, culturales y políticas), de modificación substancial de las condiciones de vida de los pueblos y de identificación nacional de un cierto proyecto histórico de Nueva Sociedad”
Frente a estas dos corrientes, si vamos a hablar del cooperativismo como un paradigma postcapitalista, esto exige que el cooperativismo y las cooperativas tengan que dar un salto cualitativo y que resuelvan el dilema Cooperativismo tradicional (instrumento de complementación e intermediación de la economía capitalista) vs nuevo cooperativismo (que conduce a una transformación de la realidad, al cambio social)
El salto cualitativo
Hablar de salto implica superar las regulaciones del capital y el fundamento de la lógica que preside su desarrollo. Es un salto y no una transición; son pasos reales hacia otro paradigma y no adaptación a nuevas demandas de una nueva teoría económica que no deja de lado la racionalidad del hombre económico.
Este salto implica asumir la corriente de pensamiento que plantea otra manera de hacer economía y que se expresa bien en el planteamiento de la economía de solidaridad de Razeto[3] y en la propuesta de un tercer sector socio económico presente en el mercado, al lado del estado y del sector privado capitalista, que propone Guerra[4]. Dos vertientes de pensamiento latinoamericano. Así como en las que buscan reposicionar la categoría del trabajo, como sucede con los planteamientos de Singer en Brasil y de Coraggio (la economía del trabajo) en Argentina
Esta corriente de pensamiento hace referencia a una acción colectiva organizada que tiene un fin común y que se enfrenta a la acción colectiva que tiene un objetivo individual, egoísta y utilitarista. Una forma específica y particular de cooperación.
Razeto planteó “introducir la solidaridad en la teoría y en la práctica de la economía y no esperar a que la economía termine su tarea para introducir la solidaridad” y lo que se propone es “producir con solidaridad, distribuir con solidaridad, consumir con solidaridad, desarrollar con solidaridad …además de introducir la solidaridad en la teoría económica” ya que que pretende “que la actividad económica, sus estructuras y procesos sean solidarios… que la solidaridad sea tanta que llegue a transformar desde dentro y estructuralmente a la economía, generando nuevos y verdaderos equilibrios”[5]
Para Arango, los aportes de la teoría comprensiva de Razeto se pueden resumir en cinco aspectos principales: 1) En la integración de los conceptos de economía y solidaridad; 2) En una nueva visión de la economía; 3) En una reformulación de las leyes y principios de la economía capitalista; 4) En una lectura e interpretación de los procesos económicos que descubre una nueva racionalidad económica[6], y 5) En la reformulación del concepto de empresa y de los factores de producción[7].
Y Guerra sintetiza en los siguientes cuatro aspectos los principales planteamientos de su propuesta teórica: “ 1. Las personas no son entendidas como seres calculadores, caracterizables por su racionalismo, sangre fría y propio interés; 2. Se modifica el argumento de la racionalidad utilitarista, 3. La imbricación societal del mercado, y el consecuente papel en él de las instituciones y el poder político; y 4. El incremento de elementos empírico–inductivos en el estudio del comportamiento económico”[8].
Cómo se puede inferir de las citas planteadas atrás, esta corriente de pensamiento implica dar paso a nuevo paradigma puesto que propone una cambio de racionalidad, de una racionalidad basada en el “homo oeconomicus” a la de una personalidad socioeconómica y por lo tanto propone otras lógicas de operación. La existencia de economías plurales, los sistemas nacionales que planteó García en los años setenta del siglo pasado
Esta nueva lógica propuesta valora las relaciones de intercambio basadas en la cooperación, la solidaridad, la donación y la comensalidad y no solamente las relaciones basadas en el intercambio monetario. Propone la primacía del ser humano sobre el capital (recordando que el ser humano no es el centro del universo) que conduce a considerar al objetivo económico como medio y no como fin (es decir una sociedad de personas y no de inversionistas), coherente con el interés limitado al capital (el precio justo), con tener en cuenta que el capital no define el poder al interior de la organización y en considerar al factor C como factor que organiza a los otros factores dentro de la unidad microeconómica.
Podríamos afirmar, entonces, que este salto paradigmático que se propone implica pasar de la cultura de la subordinación a la cultura de la coordinación y este es el objetivo a lograr si nos proponemos dar el salto paradigmático.
[1] Profesor Emérito de la Pontificia Universidad Javeriana, rdldg23@gmail.com y rdldg48@hotmail.com
[2] El profesor Antonio García, fue Profesor Titular de Economía del Desarrollo en la Universidad Nacional de Colombia ha mediados de este siglo, autor de 36 obras de impacto e importancia para el pensamiento latinoamericano relativo al desarrollo y al cooperativismo y a la cooperación. Las palabras citadas corresponden a su obra Las Cooperativas agrarias en el desarrollo de América Latina, publicada en 1976 por el editorial Colatina en Bogotá, páginas 11 y 14.
[3] Luis Razeto M. 1997. Los caminos de la economía de solidaridad. Editorial LUMEN-HVMANITAS. Buenos Aires. Pags 7 a 21
[4] Guerra (2002).
[5] Razeto (2009)
[6] Arango plantea “una ruptura epistemológica con las teorías clásicas y neoclásicas… que tercamente insisten en “ver” la economía desde una perspectiva unilateral dentro de la cual, sólo se percibe una manera de organizar la economía: la que ocurre a través de las relaciones de intercambio bajo la égida del factor capital “Arango (2003; 16)
[7] Arango (2005).
[8] Guerra(2002; 16)
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