Hablar del principio de identidad entre los asociados, directivos, gerentes y empleados de las cooperativas es una tarea que trae sorpresas. Para  una mayoría este principio es desconocido y no suscita ningún interés ni preocupación por conocerlo y entenderlo. Sin embargo, este es un principio estratégico que exige por parte de los interesados en la cooperativa y en las organizaciones solidarias tener una cabal comprensión de lo que significa. Este concepto se desarrolla por los años setenta del siglo pasado y se refiere al doble rol que juega el asociado como usuario y como dueño. Aquí vale la pena hacer una primera precisión. Los asociados normalmente se entienden y ven como usuarios pero la gran mayoría de ellos no se sienten ni saben que son dueños. Decía que es un principio fundamental por varias razones. La primera, porque es un criterio que permite diferenciar a la cooperativa de las organizaciones y empresas del capital y del estado. La segunda razón tiene que ver con la relación que se genera entre la cooperativa y el asociado, la cual define el concepto de vínculo que une al asociado con su cooperativa, dando origen al concepto integral de asociado, que es el origen de ventajas económicas y sociales, ya que permite mantener el equilibrio entre los fines sociales y económicos al dar sentido a los deberes y derechos de los asociados. Una tercera razón tiene que ver con la motivación del asociado ya que, como lo mencionaba en un texto anterior, “Es este principio el que explica lo que motiva al asociado para participar en el gobierno de su organización, ya sea para lograr la satisfacción efectiva de sus necesidades o para evitar los costos de agencia producto de las desviaciones de que se puedan presentar por parte de los directivos y/o la gerencia  con respecto a los objetivos fijados por la asamblea”. En este sentido es fundamental pues reconoce dos conceptos claves para el logro de un buen gobierno de la cooperativa, la confianza (como asociado me beneficia la cooperativa ¿) y la agencia (evitar los “tiburones cooperativos”) Pero además, como plantea Fairbain[1], es la fuente de tres criterios estratégicos para la dirección, el control y la toma de decisiones en la cooperativa. El primero se refiere al considerar el vínculo como “un  vínculo económico” y por lo tanto tiene que ver con el “servir a los asociados”, que conlleva a tener un gobierno que piensa en sus asociados y que tiene como debe principal generar la confianza en ellos, de que la cooperativa si los va a beneficiar. El segundo criterio se refiere a la transparencia, es decir “dejar claro que se sirve a los asociados” lo cual no sólo implica tenerlos bien informados de lo que hace la cooperativa sino propiciar que se enteren bien de cómo marcha el sector o industria en el cual está inscrita su organización, actitud que propicia entender las decisiones que por fenómenos que vive el sector o industria, tienen que tomarse. Y el tercer criterio es el conocimiento, “la organización pensante en la práctica” que se refiere a tener claro el modelo mental con que se funciona y de su papel en el sector o industria en el que se desarrolla, criterio que da sentido a qué tipo de educación a ofrecer y a valorar el conocimiento que la práctica administrativa genera y la capacidad que tiene la cooperativa para utilizarlo. Así, pues, si se quiere un buen gobierno cooperativo, entendamos bien lo que significa la propuesta cooperativa y solidaria, antes de proponernos a elaborar “manuales de buen gobierno” sin conocer, ni entender, ni comprender que es lo que se gobierna. [1] Fairbain, Brett. 2005. Tres conceptos estratégicos para la orientación de cooperativas. Vínculos, transparencia y cognición. Documento 48, Centro de Estudios de Sociología del Trabajo, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires. http://www.econ.uba.ar/cesot/docs/documento%2048.pdf